lunes, 9 de febrero de 2015

Mercado de Trabajo

El mercado de trabajo es aquel donde los individuos intercambian servicios de trabajo. Aquellos que compran servicios de trabajo son las empresas o empleadores de la economía y configuran la demanda de trabajo. Por otro lado, los que venden servicios de trabajo son los trabajadores y ellos conforman la oferta de trabajo. Esta interacción entre la demanda y la oferta de trabajo determina los salarios que se pagan en la economía. El mercado de trabajo suele estar influido y regulado por el Estado a través del derecho laboral y por una modalidad especial de contratos, los convenios colectivos de trabajo.

El mercado laboral tiene dos grandes conformaciones relacionadas. La primera es una conformación individual, que se exterioriza mediante la solicitud pública (oferta) de trabajadores por parte de una empresa, seguida por una entrevista con los candidatos que termina con la selección y contratación del trabajador más adecuado para la labor a desempeñar. Después, una conformación colectiva, en la que uno o más sindicatos negocian con una empresa, un grupo de empresas o una organización de empleadores, las condiciones de contratación laboral, estableciendo los acuerdos en un convenio colectivo de trabajo.


La oferta de trabajo y la demanda de trabajo confluyen en el mercado de trabajo. La demanda de trabajo está compuesta por las empresas o empleadores, que compran servicios.  La oferta de trabajo se compone por los trabajadores, quienes venden su servicio.  La interacción de ambas determina los salarios en el mercado laboral, aquél donde los individuos intercambian servicios. Podemos clasificar el mercado en trabajo primario, donde los salarios son altos y la rotación es baja; y en trabajo secundario, donde los salarios son bajos y la rotación es alta.  Para garantizar el funcionamiento del mercado primario se acostumbra mantener salarios altos; sin embargo, la buena paga puede mantener, más no asegura, la eficiencia y motivación constante de los trabajadores. Hoy en día, la oferta y demanda de trabajo se puede comparar con la compra y venta de productos, ya que a medida que la oferta aumenta, la demanda baja su precio, en este caso el salario y viceversa.  Los trabajadores prefieren trabajar cuando el salario es alto y las organizaciones prefieren contratar cuando el salario es bajo, pero a su vez exigiendo altas competencias.

 Del grado de equilibrio entre estas dos variables ya presentadas se derivan una serie de consecuencias que determinarán las características del mercado en ese momento y su posible evolución. El estudio del mercado laboral es el instrumento que contribuirá al conocimiento de dichas consecuencias. Para ello, se utilizan una serie de indicadores que permiten conocer la realidad del mercado de trabajo. Estos indicadores son la Población Económicamente Activa (aquellas personas con empleo o desempleadas, es decir, que aportan trabajo), el desempleo, el subempleo, que existe cuando la ocupación que tiene una persona es inadecuada respecto a determinadas normas, el Índice de Salario Real (utilizado para medir la evolución del poder de compra del salario), el empleo informal y el IPC o Índice de Precios al Consumidor, que mide los cambios experimentados a lo largo del tiempo en relación con el nivel general de precios de los bienes y servicios de consumo que los hogares pagan, adquieren o utilizan para ser consumidos.

En España, el mercado laboral se caracteriza por un muy pequeño nivel de movilidad geográfica de los trabajadores, un elevado nivel de sobre-cualificación (trabajadores que desempeñan trabajos para los que poseen un nivel excesivo de formación y un rápido crecimiento del desempleo juvenil de los universitarios durante las crisis económicas. Además, el  mercado de trabajo español es muy dependiente del ciclo económico. Así, en períodos expansivos y recesivos, la generación y la destrucción de empleo es extremadamente volátil.

Cabe destacar que en la actualidad, uno de los principales problemas para el mercado de trabajo es  la dualidad, es decir, la existencia de trabajadores con contratos indefinidos y la de trabajadores con contratos temporales que gozan de una protección mucho menor, por lo que son más fácilmente prescindibles. Así, en un período recesivo como el actual, son los primeros en ser despedidos por sus empresas. Esta dualidad  constituye un problema para el mercado de trabajo español, ya que desincentiva la formación de los empleados, dificulta la continuidad laboral de los trabajadores más jóvenes y perpetúa en los puestos superiores a trabajadores con una preparación menos actualizada. Este hecho repercute negativamente en la productividad agregada de la economía española, pues muchos de los individuos más preparados no pueden acceder al mercado de trabajo. La dualidad es, según el Fondo Monetario Internacional, uno de los principales lastres para lograr la recuperación del empleo en España.

Otro de los grandes problemas del mercado de trabajo en España es que este se ajusta a través de la creación y la destrucción de empleo, mayoritariamente. La rigidez legal e institucional impide que, por ejemplo, durante las recesiones las reducciones pactadas de salario y horas eviten los despidos de trabajadores. Despidos que, como ya hemos podido observar, recaen mayoritariamente en los trabajadores temporales. Esta situación es contraria a lo que sucede en la mayor parte de economías avanzadas como, por ejemplo, Alemania, donde la flexibilidad legal y contractual existente le ha permitido reducir su tasa de desempleo entre 2007 y 2012.

Las tres principales razones detrás de la falta de flexibilidad del mercado de trabajo español son las siguientes. En primer lugar, hasta la reforma laboral recientemente aprobada, los acuerdos intra-empresariales estaban sometidos al dictado de los convenios colectivos, lo que limitaba los acuerdos entre trabajadores y empresarios. En segundo lugar existe una preocupante falta de movilidad en la masa laboral española al contrario que ocurre en países como por ejemplo Estados Unidos, donde los trabajadores no tienen problema en moverse a otros estados por temas de empleo. Existe una enorme necesidad de establecer incentivos y ayudas a los trabajadores para que acepten trabajos en otras regiones. Finalmente, existe un importante desajuste entre la formación recibida por los trabajadores y las demandas de las empresas. El problema podría encontrarse en que la universidad española no educa a los estudiantes en competencias profesionales básicas. No estamos, por tanto, únicamente ante un problema de sobre cualificación de la masa laboral, sino de una formación no adaptada a las necesidades del mercado laboral.

También podríamos considerar como un problema el coste del empleo. Este coste del empleo no son los salarios, sino la diferencia entre lo que la empresa paga y lo que el trabajador recibe. En España, las cotizaciones sociales suman un tercio del sueldo y eso unido a un IRPF que castiga a los mejores trabajadores (con tipos muy altos desde niveles salariales relativamente reducidos), provoca una situación bastante problemática: un salario neto medio relativamente bajo, con un coste total del empleo relativamente alto.
El último de los problemas más relevantes del mercado de trabajo es la baja productividad; en el caso de España, en los periodos de bonanza la productividad disminuye; y por el contrario, en los periodos de recesión, aumenta.

 Para acabar con estos  problemas, es necesario adoptar un conjunto de medidas que dinamicen la economía española en general. La mala situación por la que está pasando el mercado laboral español, se ha ido transmitiendo a la sociedad. Según un estudio la media de los trabajadores de 141 países que piensan que estamos pasando por un mal momento para encontrar empleo es de un 57%; sin embargo en el caso español este pesimismo reina en un 94% de los ciudadanos, solo superado por Italia y Grecia. Aún así, las predicciones de crecimiento apuntan que será este año 2015 cuando España cree empleo neto.

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