La hipótesis de las instituciones es una teoría que afirma
que las desigualdades existentes en el mundo son producto de las diferentes
instituciones que ostenta cada país. Se asume, así, que dos sociedades con
similares dotaciones de factores, pero con marcos institucionales diferentes,
pueden presentar trayectorias de desarrollo muy diferentes. Las instituciones
no solo influyen en las perspectivas económicas de un país, sino que determinan
la distribución del ingreso entre particulares y grupos; dicho de otro modo,
repercuten en la cantidad de recursos sociales y, además, en la manera en que
se distribuyen.
Según esta teoría, prosperarán más aquellos países con
instituciones que incentiven la inversión (en educación, capital o tecnología)
y la utilización eficiente de los recursos. Los autores del libro Por qué fracasan los países, que trata
de buscar una respuesta las desigualdades económicas presentes en el mundo,
establecen que el triunfo o fracaso de un país depende de si tiene
instituciones extractivas (fracaso) o inclusivas (triunfo). En el libro se
utiliza el ejemplo práctico de las dos Coreas, entre las que no existen diferencias
geográficas o culturales, sino
diferencias institucionales corporizadas en una frontera política entre una
dictadura cerrada en Corea del Norte, controlada por el partido comunista
local, y una democracia pluralista en Corea del Sur. La consecuencia económica
de las diferencias institucionales es que Corea del Sur tiene un ingreso per
cápita diez veces mayor que Corea del Norte.
Las tres características clave de las instituciones “buenas”
o inclusivas son la aplicación de los derechos de propiedad a un segmento
amplio de la sociedad, de tal manera que varias personas tengan incentivos para
invertir y participar en la actividad económica; límites a las acciones de las
elites, los políticos y otros grupos poderosos, para evitar que expropien los
ingresos y las inversiones de otros o que creen condiciones que les favorezcan;
y cierto grado de igualdad de oportunidades para segmentos amplios de la
sociedad, a fin de que las personas puedan invertir, especialmente en capital
humano, y dedicarse a actividades económicas productivas. Estas instituciones
buenas contrastan con las condiciones de muchas sociedades, pasadas y actuales,
en las que la aplicación del Estado de derecho es arbitraria, los derechos de
propiedad no existen para la gran mayoría de la población, el poder político y
económico de las elites es ilimitado, y solo unos pocos tienen acceso a la
educación, el crédito y oportunidades de producción.
Las instituciones políticas inclusivas corresponden a las
sociedades pluralistas que distribuyen el poder ampliamente, de modo que el
poder es ejercido por una coalición amplia. Se agrega que es necesario un
estado suficientemente centralizado y poderoso para que pueda proveer seguridad
y justicia, además de servicios públicos. En las instituciones políticas
extractivas, en cambio, el poder se concentra en una elite reducida que
enfrenta pocas restricciones a su accionar. Esta elite diseña las instituciones
para beneficiarse y enriquecerse. Relacionan las instituciones políticas
extractivas con un freno al proceso de innovación tecnológico (la destrucción
creativa) en la medida en que el desarrollo pueda ser una amenaza para su poder
político. Para que se produzca una transición de las instituciones económicas
extractivas a las inclusivas, es necesario que se movilicen los excluidos para
imponer su reclamo a las elites. Cuando en un país las instituciones son inclusivas
se generará un círculo virtuoso. Las instituciones seguirán expandiéndose, se harán
más fuertes y para las élites será más difícil pararlas. Las instituciones
inclusivas también eliminan el peligro de que las élites exploten al pueblo,
dado que ganarían muy poco con ello y, en cambio, perderían mucho si tuviesen
que reprimir la democracia. Elementos clave para que este círculo virtuoso
funcione son el pluralismo político y los medios de comunicación libres, que
proporcionan información sobre los peligros y las amenazas a las instituciones
inclusivas.
Naciones con naciones con instituciones inclusivas podrían
ser Japón, Canadá, Estados Unidos y los países de Europa Occidental. Por otra
parte, China y Rusia son países con instituciones de tipo extractivo, donde el
gobierno se protege de las innovaciones a través de la burocracia o
estratagemas como impuestos muy altos. Por la misma razón, el gobierno también
impide la formación de asociaciones cívicas y deja muy poco margen para que los
ciudadanos puedan opinar sobre la gestión del país. En consecuencia, estos
tipos de estados estarán destinados a ser más pobres y atrasados
tecnológicamente que los que cuentan con instituciones inclusivas. Los casos
más extremos de países con instituciones políticas extractivas llegan a ser
“estados fallidos”. Estas son naciones en las que las élites que gobiernan
agotan el capital estatal y, de tal forma, llevan al sistema entero a la
corrupción. Ejemplos de “estados fallidos” podrían ser Angola, Costa de Marfil
y Somalia.
Los autores utilizan también el ejemplo de América Latina,
que consideran que es más pobre que Estados Unidos o Canadá porque el oro y el
sometimiento a la esclavitud de sus pueblos permitieron a los colonizadores la
instauración de una economía extractiva de explotación, mientras que en América
del Norte, dada la escasez de estos recursos, la única manera para los
colonizadores de sacar provecho de su colonia fue la instauración de
instituciones inclusivas, que incentivaran a los colonos a invertir y trabajar.
Sin embargo y contradiciendo en cierta medida la hipótesis de las
instituciones, se reconoce la posibilidad de que un país pueda alcanzar un buen
nivel de prosperidad bajo instituciones extractivas. Esto es porque las élites
pueden designar temporalmente los recursos hacia actividades muy productivas
bajo su control (por ejemplo, de la agricultura a la industria). Aun así, este
crecimiento económico no será sostenible a largo plazo. Así, cuando la economía
se contraiga, el crecimiento parará y el país estará en peligro de crisis
económica y política.
La expectativa de la hipótesis de las instituciones es que
los Estados Unidos y los países de Europa Occidental sigan siendo más ricos que
los países del África subsahariana, del Oriente Medio, de los de América central
y del sureste asiático en los próximos cincuenta - cien años. A pesar de todo,
sin embargo, habrá algunos países que tendrán más suerte ya que esta hipótesis
no quiere decir que las instituciones sean estáticas. La evolución puede darse
perfectamente e incluso las instituciones muy disfuncionales pueden
transformarse positivamente. Un ejemplo perfecto sería Botsuana que, tras
independizarse de Gran Bretaña, logró consolidar un buen sistema democrático y
convertirse en el país de crecimiento más rápido mundial.
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